Nada puede ya faltarme,
Porque Dios mis pasos guía
A la tierra saludable
En diversos frutos rica.
Dulce néctar de reposo,
Son sus aguas cristalinas;
Ellas dan salud al alma,
Y la llenan de delicias.

Me conduce por la senda,
De su ley con mano pía,
En amor a su gran Nombre,
Fuente viva de justicia.
Cuando el tenebroso valle,
Cruce de la muerte fría,
No tendré temor alguno,
Siendo Dios el que me guía.

Con su vara y su cayado,
Me dará consuelo y vida,
Y ante los que me persiguen,
Mesa me pondrá surtida.
Con el bálsamo divino,
Mi cabeza aromatiza
Y rebosa ya la copa
Que me colma de alegría.

La misericordia santa
Seguirá la senda mía,
Y de Dios en las mansiones
Moraré por largos días.
Nada puede ya faltarme,
Porque Dios mis pasos guía,
A la tierra saludable,
En divinos frutos rica.

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