A solas al huerto yo voy,
Cuando duerme aún la floresta,
Y en quietud y paz con Jesús estoy
Oyendo absorto allí su voz.
Él conmigo está, puedo oír su voz,
Y que suyo, dice, seré,
Y el encanto que hallo en él allí,
Con nadie tener podré.
Tan dulce es la voz del Señor,
Que las aves guardan silencio,
Y tan solo se oye esa voz de amor,
Que inmensa paz al alma da.
Él conmigo está, puedo oír su voz,
Y que suyo, dice, seré,
Y el encanto que hallo en él allí,
Con nadie tener podré.
Con él encantado yo estoy,
Aunque en torno lleguen las sombras,
Mas me ordena ir, que a escuchar yo voy,
Su voz doquier la pena esté.
Él conmigo está, puedo oír su voz,
Y que suyo, dice, seré,
Y el encanto que hallo en él allí,
Con nadie tener podré.