Reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
Mateo 8:26
Maestro, se encrespan las aguas
Y ruge la tempestad;
Los grandes abismos del cielo
Se llenan de oscuridad.
¿No ves que aquí perecemos?
¿Puedes dormir así
Cuando el mar agitado nos abre
Profundo sepulcro aquí?
Los vientos, las ondas oirán tu voz:
«¡Sea la paz!»
Calmas las iras del negro mar,
Las luchas del alma las haces cesar,
Y así la barquilla do va el Señor,
Hundirse no puede en el mar traidor.
Doquier se cumple tu voluntad:
¡Sea la paz, sea la paz!
Tu voz resuena en la inmensidad:
«¡Sea la paz!»
Maestro, mi ser angustiado
Te busca con ansiedad,
De mi alma en los antros profundos
Se libra cruel tempestad.
Pasa el pecado a torrentes
Sobre mi frágil ser,
Y perezco, perezco, Maestro,
¡Oh, quiéreme socorrer!
Los vientos, las ondas oirán tu voz:
«¡Sea la paz!»
Calmas las iras del negro mar,
Las luchas del alma las haces cesar,
Y así la barquilla do va el Señor,
Hundirse no puede en el mar traidor.
Doquier se cumple tu voluntad:
¡Sea la paz, sea la paz!
Tu voz resuena en la inmensidad:
«¡Sea la paz!»
Maestro, pasó la tormenta,
Los vientos no rugen ya,
Y sobre el cristal de las aguas
El sol resplandecerá.
¡Maestro, prolonga esta calma,
No me abandones más!
Cruzaré los abismos contigo,
Gozando bendita paz.
Los vientos, las ondas oirán tu voz:
«¡Sea la paz!»
Calmas las iras del negro mar,
Las luchas del alma las haces cesar,
Y así la barquilla do va el Señor,
Hundirse no puede en el mar traidor.
Doquier se cumple tu voluntad:
¡Sea la paz, sea la paz!
Tu voz resuena en la inmensidad:
«¡Sea la paz!»