En el seno de mi alma
Una dulce quietud,
Se difunde
Embargando mi ser,
Una calma infinita
Que solo podrán,
Los amados
De Dios comprender.

Paz, paz,
¡Cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da.
Yo le ruego que inunde
Por siempre mi ser
En sus ondas de amor celestial.

¡Qué tesoro yo tengo
En la paz que me dio!
Y en el fondo
Del alma ha de estar.
Tan segura que nadie
Quitarla podrá
Mientras miro
Los años pasar.

Paz, paz,
¡Cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da.
Yo le ruego que inunde
Por siempre mi ser
En sus ondas de amor celestial.

Esta paz inefable
Consuelo me da
Descansando
Tan solo en Jesús,
Y ningunos peligros
Mi vida tendrá
Si me siento
Inundado en su luz.

Paz, paz,
¡Cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da.
Yo le ruego que inunde
Por siempre mi ser
En sus ondas de amor celestial.

Alma triste que en rudo
Conflicto te ves,
Sola y débil,
Tu senda al seguir,
Haz de Cristo el Amigo,
Que fiel siempre es
Y su paz tú
Podrás recibir.

Paz, paz,
¡Cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da.
Yo le ruego que inunde
Por siempre mi ser
En sus ondas de amor celestial.

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