Tú dejaste tu trono y corona por mí,
Al venir a Belén a nacer;
Mas a ti no fue dado el entrar al mesón
Y en pesebre te hicieron nacer.

Ven a mi corazón, oh Cristo,
Pues en él hay lugar para ti.
Ven a mi corazón, oh Cristo, ven:
Pues en él hay lugar para ti.

Alabanzas celestes los ángeles dan
En que rinden al Verbo loor;
Mas humilde viniste a la tierra, Señor,
A dar vida al más vil pecador.

Ven a mi corazón, oh Cristo,
Pues en él hay lugar para ti.
Ven a mi corazón, oh Cristo, ven:
Pues en él hay lugar para ti.

Siempre pueden las zorras sus cuevas tener,
Y las aves sus nidos también;
Mas el Hijo del Hombre no tuvo lugar
En el cual reclinara su sien.

Ven a mi corazón, oh Cristo,
Pues en él hay lugar para ti.
Ven a mi corazón, oh Cristo, ven:
Pues en él hay lugar para ti.

Tu viniste, Señor, con tu gran bendición
Para dar libertad y salud;
Mas con odio y desprecio te hicieron morir
Aunque vieron tu amor y virtud.

Ven a mi corazón, oh Cristo,
Pues en él hay lugar para ti.
Ven a mi corazón, oh Cristo, ven:
Pues en él hay lugar para ti.

Alabanzas sublimes los cielos darán
Cuando vengas glorioso de allí,
Y tu voz, entre nubes dirá: «Ven a mí,
Que hay lugar junto a mí para ti.»

Ven a mi corazón, oh Cristo,
Pues en él hay lugar para ti.
Ven a mi corazón, oh Cristo, ven:
Pues en él hay lugar para ti.

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